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Él y toda su familia eran devotos y temerosos de Dios. Realizaba muchas obras de beneficencia para el pueblo de Israel y oraba a Dios constantemente. Un día, como a las tres de la tarde,[a] tuvo una visión. Vio claramente a un ángel de Dios que se le acercaba y le decía:

―¡Cornelio!

―¿Qué quieres, Señor? —le preguntó Cornelio, mirándolo fijamente y con mucho miedo.

―Dios ha recibido tus oraciones y tus obras de beneficencia como una ofrenda —le contestó el ángel—.

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Footnotes

  1. 10:3 las tres de la tarde. Lit. la hora novena; también en v. 30.